FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO


FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO

¿TERRORISMO O CONSECUENCIA DEL IMPERIALISMO?




Hoy el fundamentalismo Islámico parece ser el sustrato del terrorismo que se presenta desde el “atrasado” y desconocido Oriente contra el Occidente moderno, liberal y capitalista. Sinembargo no son estos conceptos de fundamentalismo y terrorismo dependientes el uno del otro, ni mucho menos piezas amalgamadas en la investigación de los eventos sobre la seguridad internacional y sobre la guerra contra el terrorismo después del 11 de septiembre de 2001. ¿Qué entendemos por terrorismo y por fundamentalismo?


Si bien no existe definición consensuada de qué es terrorismo tomemos esta definición muy general del gobierno de los Estados unidos: “"terrorismo" significa violencia premeditada, políticamente motivada perpetrada contra objetivos no-combatientes por grupos subnacionales o agentes clandestinos, generalmente con la intención de influenciar a una audiencia”[1].


El término fundamentalismo es utilizado la mayor parte de las veces para referirse a las acciones violentas de algunos grupos extremistas existentes en el mundo islámico que se supone tienen únicamente motivaciones religiosas[2]. Pero el término tiene su origen en el suelo norteamericano durante el siglo XIX, en un movimiento cristiano llamado The Fundamentals: A Testimony to the Truth (1910-1915) que exigía volver a los fundamentos de la fe y de las escrituras y castigar a todo aquel que se apartara de ese camino[3]. Para este movimiento, cinco eran los "fundamentos" de la fe: 1) literalidad e infalibilidad de las Escrituras 2) concepción virginal 3) expiación a través de las obras 4) resurrección corporal 5) autenticidad de los milagros. Esta es la razón por la que el término fundamentalismo es utilizado la mayor parte de las veces para hablar de fenómenos asociados con la religión, pues fue en el contexto religioso donde tuvo origen.


Por tanto, entendemos por fundamentalista quien apegado a unas raíces o fundamentos, se cree poseedor de la verdad única y busca ser su profeta y defensor, excluyendo y atentando contra cualquier otra concepción divergente. El fundamentalismo, en este sentido, implica una dosis de dogmatismo, pues no acepta otros puntos de vista como posibles verdades; una dosis de etnocentrismo, pues considera su propia experiencia y tradición cultural como la única universalmente válida y buena; y una dosis de expansionismo beligerante, pues no pretende quedarse maniatado sino que intenta convencer y en ocasiones obligar a otros a que acepten un único punto de vista.


Como afirma Criado Velasco: “podemos definir el fundamentalismo como un movimiento que reivindica la autoridad de una sagrada tradición que hay que restaurar [o instaurar], como antídoto para una sociedad desviada”.[4]En este sentido, todo fundamentalismo recuerda el original fundamentalismo religioso, pues hay un fuerte componente moral en la visión de mundo fundamentalista y porque el desprecio hacia los demás se sustenta en la sacralización de las propias creencias fundamentales.


El politólogo alemán Thomas Meyer, a finales de los años 80, escribió:
El fundamentalismo pretende ofrecer, en la medida en que condena toda posible alternativa, certezas absolutas, sostén firme, auxilio permanente y orientación incuestionable… es el rechazo del carácter abierto de cualquier tipo de afirmación, de cualquier reivindicación de dominio legítimo, de las formas de vida en las que el pensamiento y la vida misma están anclados de forma irreversible en la ilustración y la modernidad. Frente a esto se ofrece como refugio la seguridad cerrada de los fundamentos absolutos que uno mismo haya elegido a los cuales ningún tipo de pregunta debe importunar. De este modo, la base permanece siempre completamente inalterable… Quien no se asiente sobre este firme no merece, pues, respeto, ni consideración de sus argumentos, dudas, intereses y derechos[5].

El fundamentalismo, si se quiere es un proceso en respuesta al proyecto histórico concreto que se ubica en la modernidad y que amenaza con la destrucción de la verdad y de las formas de vida y cultura tradicionales del Islam. Este proyecto según la visión fundamentalista está encabezado por las grandes potencias en específico por los Estados Unidos, que con su estilo de vida vacio y consumista distorsionan la percepción de la realidad y de Dios que envuelve al mundo islámico.

Como conclusión, podemos afirmar que el fundamentalismo islámico no es lo mismo que terrorismo y tampoco es una consecuencia del imperialismo, es toda una respuesta política, discursiva y cultural desviada y desbordada, cimentada en la profundidad de la religión y de la cultura que busca sobre vivir a la modernidad y a todo lo negativo que representa occidente como proyecto. Para tal fin, el fundamentalismo usa como herramienta cuando se desbordan los anhelos del fundamentalista, los actos terroristas para influir no solo en la población occidental sino también en sus instituciones y en los líderes políticos a los que amedrentan con una lucha no convencional difícil de combatir.




[1]Ver definición en http://www.usembassy-mexico.gov/bbf/bfdossierS_Terrorismo_quees.htm
[2] Comparar Esposito, J. The Islamic threat: myth or reality? Capitulo 1, 1992.
Esposito argumenta muy bien por qué no es conveniente hablar de fundamentalismo en el mundo islámico.
[3] Ver Cebrián, Juan Luís, El fundamentalismo democrático, pp. 14-15
Compare también The Fundamentals, “The Fundamentals: A Testimony to the Truth”. Documento electrónico; Talk Origins.org, “Fundamentalism bibliography”, consulta electrónica, y American Catholic “The Challenge of Fundamentalism”, Consulta electrónica.
[4] Velasco Criado, Demetrio. Pensamiento político Contemporáneo, 1997. p. 474
Lo que se encuentra en corchetes es mío.
[5] Meyer, Thomas, Fundamentalismus-Aufstand Citado por KIENZLER, Klaus. El fundamentalismo religioso. 2000. p. 10, 14.

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